Príncipes de Florencia es un afamado juego de la escuela Alemana diseñado por Wolfgang Kramer y Richard Ulrich y que inicialmente fue publicado por la casa Alea, muy conocida por publicar juegos duros para jugadores.
Como casi todo el mundo sabe, se ha vuelto a reeditar por una especie de cooperativa internacional entre editoriales y tiendas, siendo la tienda Excalibur (que se encuentra en Madrid) la editora de la versión Española.
No me voy a detener en explicar el desarrollo del juego y sus componentes teniendo una reseña que lo explica bastante bien como la de Pjorge .
Para mi, príncipes de Florencia siempre ha sido un juego que me ha creado un sentimiento contradictorio. Por un lado Kramer tiene juegos que me gustan, como El Grande y juegos que aun siendo buenos no me terminan de agradar, como Tikal o Java.
Por eso, cuando aún estaba publicado por Alea y supongo que aun se puede encontrar esa edición bajo la distribución de Rio Grande Games en inglés, ha sido un juego que siempre he deseado tener pero que nunca me ha apetecido comprar. Toda una contradicción.
Lo primero que me llamó la atención fue la diferencia de las ilustraciones con respecto a la edición de Alea que eran mas del estilo "Leonardo da Vinci". A mi personalmente me parece que las ilustraciones de esta nueva edición son correctas y lo que falla un poco es cierta iconografía de las cartas, demasiado pequeña y se mezcla con el fondo, lo cual hace perder detalle y se pueden confundir algunos de los símbolos.
Es un juego que aunque esta considerado entre los más duros se desarrolla y aguanta bastante bien, siendo un juego que resulta mas simple de lo que a primera vista resulta, sobre todo en las primeras rondas, aunque su mecánica es muy típica de un juego Alemán.
Para mí, lo más destacable de su mecánica es que el jugador debe programar sus jugadas cuidadosamente y debe saber colocar sus edificios en el espacio que cada uno tiene destinado en su tablero, todo un ejercicio de encaje y planificación.
Por contra, tenemos que una vez que se domina y se sabe jugar hay escasa competición por lo recursos, porque cuando tienes experiencia con el juego se suele pujar por los recursos dependiendo del puesto que ocupes en esa determinada ronda.
Como le ocurre a muchos de los juegos de Kramer tiene tiempos muertos y análisis parálisis, es decir, a veces te quedas mirando al techo, o leyendo un comic mientras esperas a que los demás realicen su turno, depende de con quien juegues.
El juego es un cajón de Arena, yo me lo guiso yo me lo como, y en el juego básico apenas interactúas de forma tensa con el resto de los jugadores, aunque han añadido una variante en esta nueva edición donde todo el mundo pone sus fichas en el mismo tablero.
El juego es recomendable, pero hoy por hoy no es una para mí una compra segura.